Ya no le pide que la ame, el tiempo va invalidando los sentimientos.
Ya no le pide que suspire por ella, los días van cargando de oxígeno.
Sólo le pide que la acune, cuando interprete en su llanto el desespero.
Sólo le pide que la mire, cuando su andar no encuentre camino.
Sólo le pide que la proteja, cuando el imprevisto asalte su calma.
Sólo le pide que la acaricie, cuando sus ojos no levanten más miradas.